lunes, 3 de agosto de 2009

Lic. Varitas

Seguramente ahora carga una arpilla de limones, llevándola a su siguiente cliente en el agropecuario. Probablemente tiene los labios partidos y la piel reseca y quemada por el sol, las arrugas de su rostro deben verse más pronunciadas de la última vez que lo vi. Su cuerpo debe ser más débil de lo que él cree y sus ojos se reflejan una tristeza que la más grande de sus sonrisas no puede ocultar. 

Puede ser que piense en la familia que algún día tuvo y dejó ir, o en la mujer a la que siempre amó, pero no supo respetar ni valorar o en los amigos que en verdad nunca fueron sus amigos y que no se cansaba de llenarlos con atenciones para que vieran lo buena onda que era. 

Lo más seguro es que hoy coma con sus compañeros un aguacate con sal y queso con tortillas de maíz en el agropecuario, que nadie le llame por teléfono para saber si está bien o no, que duerma solo en una cama individual que le trae bonitos recuerdos. 

Días como hoy pienso en que debería preocuparme más por él, que quizás me arrepienta de no buscarlo, que pude haber cambiado de tema en las pláticas con él que tanto me hacían enojar, que debí darle menos importancia al pasado y vivir el presente, dejar atrás lo pasado y perdonar lo que sea que creo que tengo que perdonar, que es un hecho que no lo puedo ver porque soy igualita a él. Maldita sea.