sábado, 11 de septiembre de 2010

Mta...

Mientras mi tía le planchaba el cabello a mi prima, le platiqué a mi primo que estaba empezando una empresa de organización de eventos en la ciudad y que pensaba traer a bandas que no fueran muy conocidas por acá, para variar.

Mi primo que parece guarura, me dijo que tenía que reportárselo a la mafia, que si no, el día de la fiesta llegan con armas y "levantan" a la persona que lo organiza, le ponen una madrina o un "violín" (como dijo mi primo, al que parecía no hacerle ruido lo que salía de su bocota), luego le quitan toda la lana del evento y ya, lo sueltan unos días después bien advertido para la próxima.

Inmediatamente entré en pánico, me dieron ganas de no hacer nada y mantener un "low profile", pero a chingá, esa gente no puede estar por encima de todos, y me pregunto, ¿qué podemos hacer?, cómo es posible que una minoría nos tenga aterrorizados a todo un país. Es inconcebible y en verdad me entristece pensar que si tienes una idea o algo para salir a delante, esa gente nomás por tener a todos los pinches corruptos comprados, puedan venir a romper madres a quien se les antoje.
No, no es ese el lugar que quiero para que mis hijos crezcan, ahora entiendo porque la gente de aquí se va a otros lados del mundo, simplemente, con no tener que vivir con miedo es más que suficiente para muchos.

lunes, 30 de agosto de 2010

Lo que estoy pensando justo ahora

Rara es la sensación de haber dejado algo, algo que no se me olvidó, pero que simplemente se quedó allá.
Después de casi 5 meses de partir todavía me llena los pulmones el aire que quedó de la ciudad. Algunos me han dicho que no nos sentó bien regresar, a otros les da mucho gusto volver a vernos. Yo, todavía no se si fue lo mejor o si arruiné nuestras vidas. El tiempo lo dirá.

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Hoy lo vi, caminando como siempre, jorobado y con la barbilla pegada al pecho y la mirada perdida en el suelo, tal vez hace como yo, contaba rayitas en la banqueta o estaba triste.
Mi hermano y yo veníamos hablando de él, de lo enfermo que estaba y nos preguntábamos, cómo estará? Supongo que al verlo nos tranquilizamos los dos, por lo menos sigue vivo y camina, de ahí en más, quién sabe que sea de su vida.

No puedo ni imaginar lo que debe sentir alguien tan solo como él, ojalá que no me parezca tanto a él, que termine mis días iguales.

lunes, 10 de mayo de 2010

La última y me fui

Llegué como a eso de las diez y media de la mañana, después de mucho pensarlo me decidí a pasar por su casa para verlo desde hace sabe cuanto tiempo.

Una cartulina con letras góticas anuncia en su puerta que vende mary kay y que solicita "mujeres con muchas ganas de trabajar".

Tomo una bocanada de aire, bajo de mi coche y como mi hija duerme en su silla, decido dejarla ahí mientras saludo rápido y regreso por ella con él.

Entre un montón de mugres empolvadas tiene varios cuadros que yo pinté siendo niña, los exhibe en su pared con marco dorado y gran orgullo, así se lo dice a la chica que está sentada junto a él. Lo saludo como si nada hubiera pasado, como si lo hubiera visto hace poco: "Hola papá". Le regalo un beso.

Su piel está más arrugada que la última vez que lo vi, su pelo más canoso, sus ojos más hundidos y apagados. Le pregunto si está ocupado porque traigo a mi hija en el coche para que la conozca, responde que sí, que esta ocupado y mejor otro día.

Abro así de grandes los ojos, como si no creyera lo que mis oídos escuchan, le pregunto otra vez lo mismo y contesta igual. Suspiro y le deseo que tenga un lindo día, agradece la visita, pero yo ya voy de salida, no volteo y salgo lo más pronto posible de ahí. Me trepo al coche, mi hija sigue durmiendo y arranco.

El sabor que siempre queda en mi lengua cuando lo veo aparece y se queda un buen rato, los ojos me traicionan, como siempre. Pero algo me dice que no volverá a pasar, que fue lo peor que pudo hacer en ese momento y que no tengo porqué buscarlo si a él no le interesa tener una relación conmigo o mis hijos.

Le digo a mi hija dormida que no lo necesitamos, como queriendo reafirmarlo en mi cabeza. Aunque sé bien que no es así. Te necesitaba papá.


sábado, 10 de abril de 2010

Tierra Caliente

Viernes santo y salimos de la roma, destino, Aguascalientes, después de extorsionarnos en el estado de México y mucho enojo, todo el camino sin contratiempos.
Aguascalientes, ahhhh (léase como suspiro).
El corazón se me apachurra cada vez que recuerdo nuestra casa y todos los momentos que vivimos en ella. Llegamos a una casa mas grande, sí, pero se siente fría y muerta, no se compara con lo cálido de nuestro depa, además de estar llena de cajas sin acomodar por todos lados. Él y yo lloramos cada vez que pensamos en lo que teníamos allá, que ahora parece no ser tan malo.

Depresión total, le digo a mi amigo cuando me pregunta cómo van las cosas, se siente tan raro estar de vuelta después de siete años y sentir que nunca te has ido, que todo sigue igual, que lo único que ha cambiado es el número de puentes y pasos a desnivel innecesarios. Que la gente va a los mismos lugares de siempre, que nos falta poco para estar en el Yambak, saludando a los forevers de siempre, en lo que también nosotros seguramente nos convertiremos dentro de poco tiempo.

Mi hijo feliz con taaaaanto espacio, de día, corre por la casa, persigue a los perros, juega e investiga en cada rincón, persigue a la señora que hace el aseo, juega wii con su primo adolescente, que ahora es su modelo a seguir, de noche, hemos pasado la peor semana, se despierta cada media hora, pidiendo que lo cobijemos (con el méndigo calorón que hace), que le llevemos agua, que le contemos una historia, que tiene hambre (a las 3 de la madrugada), que si poca luz, que si mucha luz... bueno, A y yo traemos unas ojeras que parecemos zombis, pero por otra parte mi hija, duerme como nunca en su cuna! ya no la tengo toda la noche pegada a la teta, ya no amanezco con las tetas al aire y por supuesto que ya no me duelen los hombros de estar abrazándola toda la noche.

Seguramente tendremos muchos momentos felices en ésta casa, seguramente poco a poco iré olvidando nuestro estilo de vida defeño y adoptaré como propio el estilo de vida hidrocálido, por ahora no me siento en mi tierra, no me siento como creí que me sentiría, por ahora hace mucho calor para mí.

domingo, 28 de marzo de 2010

Volver

A menos de una semana para partir con rumbo a la ciudad que me vio crecer, la que ahora verá crecer a mis hijos, mi casa, mi cabeza y mis sentimientos son un puto desmadre.

Claro que una parte de mí me dice que es lo mejor, que estaremos bien, que nuestra familia se verá beneficiada con éste cambio, que pasaremos momentos de felicidad, que es mejor que los niños crezcan cerca de su familia cercana, que la economía, que la sociedad, etc, etc... Aún no termino de convencerme totalmente de que no me voy a arrepentir de dejar ésta ciudad, de la cual me enamoré hace tanto, de que no me quedaré con ganas de regresar a la vida que tuve estos años aquí, en la ciudad que todo pasa y a la vez no, que no extrañaré las largas caminatas con mis hijos y mi perro, que no extrañaré a la gente tan interesante que llegué a conocer, que no extrañaré nuestro depa inclinado y a mis vecinos, los cientos de lugares, conciertos, festivales, restaurantes, fiestas y eventos sociales a los que no podía ir o por falta de dinero o por falta de tiempo... Ay, a quién engaño, definitivamente lo haré.

Todavía no me voy y ya me siento melancólica con mi partida, pero supongo que así son los cambios y después estaré bien contenta en mi casa con mi familia, con el calorón seco de aquel rumbo, con las carnes asadas que seguro organizaré con los amigos, con los bajísimos precios de las escuelas, con la lana que nos ahorraremos de la renta, ah, si pos por eso nos regresamos, verdad? Ya no me preocupo más y mejor voy a disfrutar, total ya voy pa' allá.



Ésta es la foto del adiós que tomó mi amigo Do. Gracias nene, te voy a extrañar...

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mi hijo el fotógrafo

A mi hijo le encanta tomar fotos, aunque a veces pone el dedo sobre la lente, o toma el lado más feo de mi cara. Yo digo que tiene talento, pero yo soy su mamá, así que no cuento como opinión. 








Ay blog de mi vida y de mi corazón, te tengo tan abandonado que un día de estos me dejas por otra.  

domingo, 13 de septiembre de 2009

Tipo con perro

Hoy domingo por la mañana, mientras paseaba con mi familia a una cuadra de mi casa, nos encontramos con un tipo con bonete que traía un perro pastor alemán entrenado y que en todo el tiempo que tengo viviendo por éste rumbo jamás había visto, pero cuando mi esposo vio que se acercaba le puso la correa a nuestro perro y me dijo que ese perro era muy bravo y mejor llevar a oci con nosotros. Yo lo vi con cara de "estás exagerando", pasamos al perro de lado, porque su dueño bajó de la banqueta para evitarnos y seguimos caminando. 
Pasaron no más de treinta segundos y escuchamos un chillido de perro, volví la mirada y el perro atacaba a un dálmata cachorro que es de un vecino, el vecino del dálmata agarraba a su perro para alejarlo, le gritaba que controlara a su perro, pero el pastor seguía atacando mientras su dueño levantaba las manos como diciendo que él no podía hacer nada, el vecino le dijo algo que lo calentó y empezó a golpearlo en la cara! (Nomás eso faltaba, además que deja que su perro ataque a otro perro, le da de golpes al dueño, pinche naco).
Mientras mi esposo le llamaba a la policía, mi hijo, oci y yo veíamos todo desde lejos, el tipo lo dejó que lo mordiera hasta que quiso y  le dio la orden de alejarse, el perro inmediatamente se apartó del dálmata y se echó donde le dijo. 
Una patrulla pasaba por ahí y se detuvo al ver a nuestro vecino golpeado. Nos fuimos al parque, aunque no nos metimos, pues ya había bastantes testigos, pero ojalá que se lo hayan llevado a la cárcel. 
Y espero nunca encontrarlo en mi camino, ay, yo que apenas andaba enseñando a oci a andar sin correa y seguirme, creo que mejor lo tendré que volver a poner en la correa por seguridad de todos, no quiero toparme con gente como este wey y que nos ponga en peligro a mi y a mi familia. 

lunes, 3 de agosto de 2009

Lic. Varitas

Seguramente ahora carga una arpilla de limones, llevándola a su siguiente cliente en el agropecuario. Probablemente tiene los labios partidos y la piel reseca y quemada por el sol, las arrugas de su rostro deben verse más pronunciadas de la última vez que lo vi. Su cuerpo debe ser más débil de lo que él cree y sus ojos se reflejan una tristeza que la más grande de sus sonrisas no puede ocultar. 

Puede ser que piense en la familia que algún día tuvo y dejó ir, o en la mujer a la que siempre amó, pero no supo respetar ni valorar o en los amigos que en verdad nunca fueron sus amigos y que no se cansaba de llenarlos con atenciones para que vieran lo buena onda que era. 

Lo más seguro es que hoy coma con sus compañeros un aguacate con sal y queso con tortillas de maíz en el agropecuario, que nadie le llame por teléfono para saber si está bien o no, que duerma solo en una cama individual que le trae bonitos recuerdos. 

Días como hoy pienso en que debería preocuparme más por él, que quizás me arrepienta de no buscarlo, que pude haber cambiado de tema en las pláticas con él que tanto me hacían enojar, que debí darle menos importancia al pasado y vivir el presente, dejar atrás lo pasado y perdonar lo que sea que creo que tengo que perdonar, que es un hecho que no lo puedo ver porque soy igualita a él. Maldita sea.

viernes, 24 de julio de 2009

Noche que volverá

Con las nalgas adoloridas por esperar sentada más de una hora y con las manos llenas de sudor entré por la puerta que la enfermera indicó, me pidió que me quitara absolutamente toda la ropa y me pusiera una bata azul con franjas rosa pastel, hice caso a su petición y de pronto me sentí despersonalizada, ya no era yo, era una paciente con una cinta de plástico marcada con número en la muñeca, era la paciente de la cama 211. 
Los dos médicos que me atendían no se ponían de acuerdo, uno me preguntaba una cosa y al mismo tiempo el otro me preguntaba otra y pedía que me recostara mientras se ponía los guantes de latex que al poco tiempo estarían tocando mi sexo con fines médicos, según dijeron.
Pronto desapareció uno de ellos y sólo se quedó el que tenía los guantes de látex. Volvió a hacer las mismas preguntas que había hecho el anterior y las escribió en una computadora obsoleta.  
Me sentaron en una silla de ruedas y me llevaron a mi habitación en un elevador, al ver como me envolvían en una sábana, me sentí incapacitada inmediatamente. El cuarto olía a ese olor inconfundible de los hospitales, demasiado cloro para mi nariz. La paciente que yacía en la cama de lado se llamaba Blanca, su esposo es albañil y tiene gemelos de cuatro años que le llenan de orgullo los labios, habla muy suave, tanto que me cuesta escuchar lo que dice y sólo estoy a escasos dos metros de distancia, como no le escucho le digo que estoy muy cansada y quiero dormir, le digo buenas noches y ella dice algo, pero no se qué es. Volteo hacía el otro lado y duermo casi instantáneamente. Siempre traté de ser lo más cortés y agradable ante los médicos y enfermeras que deambulaban por mi habitación a horas en las que lo único que quería era dormir. Sacaban sangre, pedían muestras de orina, me ponían un aparato en la panza con un frío gel mientras revisaban temperatura cada hora, hacían las mismas preguntas una y otra vez...
Se que esta noche se repetirá próximamente y se que será peor, porque estaré pariendo una hija sin el apoyo de mi esposo a mi lado. 

martes, 7 de julio de 2009

Para Fernández Editores

Me caga que en las editoriales se hagan pendejos para pagar a las personas que trabajan para ellos, total si no tienen presupuesto, pues que pongan a sus empleados a trabajar más de lo que deben y no contraten gente externa a la que no le piensan pagar. Ya páguenme malditos.
Perdón, pero lo necesitaba. Fiiiiiu. 

jueves, 25 de junio de 2009

Hola soy gay

Por más que intenté ser la mejor amiga de Marisol (No porque Marisol no quisiera ser mi amiga) Betsy lo impidió. Betsy era una niña dominante y muy persuasiva. Marisol me invitó a su cumpleaños, pero en la fiesta, Betsy se las ingenió para hacerme a un lado y terminé escondida en la cocina, jugando sola. Marisol obedecía ciegamente a las órdenes de Betsy y yo terminaba siempre hecha a menos. Así las cosas para cuando llegó Eric al salón, era el niño con más pecas que jamás había visto, su piel era blanca casi lechosa y con tantas pecas que parecía un licuado de guayaba y “guayabita” era su apodo. Me enamoré de él, quise casarme con él y tener hijos, pero él vio a Marisol y se enamoró de ella, quiso casarse y tener hijos con ella. Apenas cursábamos el segundo año de primaria, así que el matrimonio y los hijos, tuvieron que esperar. Mientras esperaba a crecer, me hice la mejor amiga de Eric, me contaba todo lo que sentía acerca de Marisol y yo pasaba mi amarga saliva con frutsi congelado. La experiencia me marcó. 
Como todos los años, para el día de la madre teníamos que hacer una manualidad, la maestra Lety pensó que un mantel a cuadros rojo y blanco bordado a mano haría que las mamás lloraran de alegría. Así que todos los días salíamos al patio una hora después del descanso a coser el dichoso mantel. Las niñas se sentaban juntas, lidereadas por Betsy; los niños también estaban sentados en grupo, no tan lejos, y yo, me mantenía cerca de ellas y de ellos, por indicaciones de la maestra, estaba en medio de los dos, ni con ellas, ni con ellos. Todos los días de costura fueron un tormento para mí, aunque en mi posición yo podía escuchar las conversaciones de ambos grupos, riéndome a veces de las bromas que se hacían entre ellos y ellas. Finalmente me di cuenta de que era más fácil tener una amistad con un niño que con una niña (Y es que algunas niñas nacemos con ese chip incrustado para ser manipuladoras y querer toda la atención para nosotras, creyendo merecerla). Cada vez me fui acercando más y más al grupo de los niños, al principio no me querían cerca, pero poco a poco, lanzaba un comentario en su platica, dándoles la razón y claro, después de unos días ya escogía yo el lugar para sentarnos. La maestra no dijo nada y me dejó quedarme con los niños. Con ellos pasé los siguientes años escolares. Nunca fui buena con las amistades femeninas, siempre me parecieron, muy femeninas, algún tiempo hasta llegué a pensar que era lesbiana, que por eso me gustaba estar con los hombres y que las mujeres tenían un atractivo para mí. ¡Pero, no! Que me doy cuenta de que me gustaba estar rodeada de hombres, sí, muchos y de todo tipo, sentirme cerca de ellos y escucharlos, saber lo que pasaba por su cabeza, era como estarme entrenando para el momento de encontrar a alguien con quien valiera la pena aplicar todo lo que había aprendido en mis años de convivencia masculina. Y quién diría, si que me sirvieron, ahora, puedo manipular a cualquier hombre que se ponga en mi camino, se perfectamente lo que quieren oír y saber de mí, solo basta escucharlos hablar un poco, ¡Hahaha! No, ¡claro que no! a duras penas puedo manipularme a mí misma. 

No sé si me he topado con mujeres extrañas o si “así somos todas”, pero por alguna un otra razón terminé por convertirme en lo que vulgarmente se llama ahora: una jotera. El 90% de mis amistades, así carnales, son gays, en ellos encontré la dosis exacta de feromonas y testosterona que necesito en alguien para que sea mi amigo. Son buenos para escuchar en las pláticas y para contar indiscreciones sin que se avergüencen, puedo andar en paños menores frente a ellos sin que les importe, puedo salir con ellos a bailar (casi siempre son buenos bailarines) sin que mi esposo se ponga celoso (porque siempre terminamos en lugares gay y así ni quién me eche el ojo), me ayudan con el outfit, son como mis guías de la moda, son cariñosos con mi hijo y con mi perro, bajo ninguna circunstancia me pueden bajar al marido, jugamos cartas como señoras copetonas y suelen ser muy sensibles ante la estética de todo, el arte, la música, el cine y terminan sabiendo siempre a donde ir, qué películas ver, qué música vale la pena escuchar, etc. Algunas veces, mis lindos amigos me preguntan cosas que me hacen reír mucho como: ¿Pero, a ver, el clítoris es como un hueso?, ¿Tiene venas?, ¿Y las tetas, porque les gustan tanto a los hombres?, ¿Tú entiendes por qué, a algunas mujeres, les gustan las mujeres?… 

Y bueno, entre Eric, Marisol y yo, no tuvimos hijos juntos, ni siquiera una gran amistad, a veces me pregunto que hubiera sido si Marisol fuera mi mejor amiga. Probablemente estaríamos llorando en la despedida de soltera de la otra, escogiendo un ajuar o llevando a los niños al mismo colegio. 


lunes, 15 de junio de 2009

Provinciana

La primera vez que pisé el suelo defeño o por lo menos la primera vez que recuerdo, fue en una excursión universitaria, en cuarto semestre, los maestros de serigrafía quisieron traernos, para enseñarnos el arte en su mayor expresión nacional (pa que los que no teníamos talento, nos diéramos cuenta). Todos estábamos eufóricos con la idea el viaje, sabíamos que esos maestros no eran de los que se ponen fresas; nos dejarían beber alcohol, fumar y gritar en el camino o lo que se nos ocurriera a la bola de adolescentes que éramos.   Así fue todo el camino hacia la metrópoli prometida. Llegamos a las cinco de la mañana, yo estaba despierta (no quería que el tipo que me gustaba entonces, me viera con la baba escurriendo de la boca abierta), vi en la entrada a la ciudad un resplandor que iluminaba el cielo, como si amaneciera, vi las fábricas como las dibujaba cuando era niña: grises construcciones cuadradas con humo en la chimenea. Me dejó boquiabierta el monstruo al que llegaba, un gigantesco nacimiento en la noche,  lucecitas de colores que se perdían en el horizonte. 
Tardamos un buen rato en llegar hasta nuestro hotel. Llegué cansada por el viaje y medio cruda, pero con muchas ganas de conocer “la capital” de la que tanto había escuchado. Nos acomodaron de cuatro en cada habitación, al poco rato salimos todos bañados y listos para pasear; el dinero en los calcetines, sin cartera, una ID y  todos los prejuicios en la cabeza. Nos llevaron en metro, desde las escaleras de entrada tuve miedo: gente con mucha prisa, bolsas, portafolios, lociones y sudor, vendedores de mp3 con bocinas dentro de una mochila y así y así, entre risas bobas y como pudimos, nos metimos entre la multitud del vagón, cuando nos dimos cuenta dos de nuestros compañeros no entraron y se quedaron en la estación, mi mejor amigo Do y Marianita. “Ay no, pobrecitos, seguro los asaltan, los violan o les hacen algo feo” pensé. Los maestros nerviosísimos, no paraban de hablar entre ellos: que si nos regresábamos todos, que si uno iba, que si los papás... Total, que nos bajamos en la siguiente estación y nos quedamos con la maestra “Kenny” (igualita a la de los eléctricos) y el profe gay se fue a buscar a mis dos compañeros; todos estábamos asustadísimos, al poco rato llegó el gay con los dos alumnos que reían nerviosamente, suspiré de tranquilidad. 
Al fin llegamos a Bellas Artes,  vimos la obra expuesta y salimos todos lampareados (al menos yo) nunca lo imaginé tan monumental e impresionante. Nos tomamos fotos afuera y nos fuimos a otro museo y a otro y a otro, terminé con hambre y dolor de cabeza y sin guardar registro en ella de los lugares, ni las obras que siguieron a bellas artes. Caminamos tanto y entre tanta gente, acostumbrada a dos metros a la redonda libres de gente al andar por la calle, aquí rozaban mis hombros cada cinco segundos, ¡Qué multitud! ¿A dónde van? ¿Qué pasa? El ruido era increíble: el de los tacos, los celulares, la farmacia, la librería, las computadoras, el policía de tránsito, el vendedor de cigarros, de DVDs, los coches, bueno, hasta la señora que pedía limosna, gritaba. 
Nos llevaron a comer a un mercado (presupuesto estudiantil). Pero ahora sí, íbamos casi agarrados de las manos como niños de kinder para no perdernos. Probé por primera vez un pambazo de frijol y un huarache de costilla, los dos con una dudosa apariencia azul que despertó sospechas entre nosotros, pero ¡Qué cosa más rica! todos comimos hasta quedar con la panza llena y el corazón contento. Llegamos como a las siete al hotel, muertos de cansancio, mas eso no impidió que escapáramos a dar una vuelta en la ciudad de noche, aunque algo temerosos, sin saber a dónde ir, ni como llegar a ninguna parte, nos fuimos a dar un rol (sin permiso, claro) salimos y vimos otra vez las luces por todos lados, la gente seguía caminando por las calles, los coches como si fueran las tres de la tarde, nos pusimos contentos al ver tanto movimiento y tomamos el primer taxi que pasó, le preguntamos al chofer ¿Dónde se pone bien? y nos llevó a una cantina en el centro, una esquina cerca de la catedral con puerta de dos hojas, de esas de madera que se regresan solas y que nomás tapan una tercera parte.  “El nivel”, nos dieron cacahuates, frituras y bebimos varias cervezas frías. Pasamos dos horas ahí, salimos y tomamos otro taxi, le hicimos la misma pregunta que al anterior, nos llevó algunas cuadras a otra cantina, pero como mis amigos y yo traíamos la “onda electrónica”, pues no fue lo que esperábamos y nos fuimos al hotel, pasamos antes por unas cervezas a una tienda y oh, sorpresa… ¡nos las dieron al precio! En nuestro humilde pueblo, si no compras tu alcohol antes de las diez de la noche, lo tienes que ir a buscar a lugares clandestinos, pagar el doble y arriesgarte a que te metan al bote. Tomamos nuestras chelas y se unieron más compañeros con más chelas, se armó la fiesta y al poco rato se acabó. 
Al siguiente día, podíamos ir a dónde quisiéramos, obvio, después de visitar los museos que nos faltaban (terminé odiando los museos por un rato). Mis amigos y yo decidimos entrar a una sex shop por la que pasamos, ya éramos mayores de edad y podíamos hacer lo que diera la gana, ¿no? Subimos unas tenebrosas escaleras y llegamos a un lugar muy iluminado con secciones de películas, juguetes, disfraces, muñecos inflables y cabinas, todo era como de primer mundo, no sabía a donde voltear, la gente que estaba ahí, lucía normal, no parecían salidos del psiquiátrico, no, todos actuaban como si estuvieran haciendo el súper, muy quitados de la pena.  A mí, que cargaba la mochila de la doble moral, me pareció extraña la naturalidad con la que actuaban. Hicimos lo mismo, pregunté para qué servían algunas cosas y me sonrojé con la respuesta, diciendo con tono cantadito: “Ahhhhh, gracias”.  Más tarde los maestros nos llevaron por petición nuestra a Coyoacán, no queríamos irnos sin conocer a los jipis de la ciudad y entre tamborcitos, rastas, pulseras de colores, mujeres de ropas ligeras, hombres con el torso desnudo, pantalones mugrosos y bailando, me dieron unas ganas de quedarme a vivir y bueno, era una jovenzuela de dieciocho. Al final del día regresamos, dormí muy bien, soñando con la capirucha, me quedé enamorada del monstruo, de su continuo movimiento, de sus ruidos, sus olores, de su gente abierta, de lo abrumador de su belleza, tanto, tanto, que prometí regresar.


miércoles, 3 de junio de 2009

Consejo

El día que cumplí quince años, además de aconsejarme que me depilara las axilas y las piernas [pues ya parece que tienes pelusita, dijo], mi hermano mayor me dio el que según él creía, era el mejor consejo que podía darme, me dijo que no tuviera sexo con nadie si no estaba segura de que me quería y yo a él. Pero yo sentía deseos de estar con el primero que se me pusiera enfrente y me gustara, pero como decía mi papá, si veía una escoba con pantalón, se me hacía muy guapo, yo recordaba las sabias palabras de mi hermano y me aguantaba las ganas. Peor, que desde niña fui muy precoz y con la hormona tan alborotada, ni dormir podía. Yo que siempre fui buena hermana, tomé aquel consejo como verdad absoluta y presumía con mis amigas y amigos de aquella virginidad impuesta por mí, no por mis padres o la iglesia o nadie, solo yo podría decidir cuando entregaría el preciado fruto al hombre que fuera digno de comerlo. (Ajá.) Pues el hombre merecedor del fruto nomás no llegaba, pasé toda la prepa escuchando las historias que contaban mis amigas y yo, que no tenía nada que contar sólo abría los ojos y me ponía colorada, claro, me daba besitos con el que me gustara, algún agarrón de teta o nalga, pero de ahí no pasaba. 

Llegué a la mayoría de edad y nada, ¿pos dónde estaba el hombre que me querría y que yo amaría tanto como para darle todo y con todo? Ni sus luces. Seguí con mi autoproclamada regla hasta la universidad cuando conocí a uno que yo pensé que merecía eso y mucho más, que era perfecto para mí, pero oh, desilusión, él ya tenía una linda chica con la que llevaba toda la prepa de noviazgo, lo bueno era que la linda chica no estaba en la misma escuela que nosotros y yo lo tenía en mi salón, así que todos los días podía hacer mi luchita y chance se lo bajaba a la linda chica. Pero no, él resultó ser de lo más patán y quería ponerle los cuernos a su amada conmigo, “pero nada serio” decía el muy gañán. Yo enamorada hasta las uñas de los pies, aceptaba lo que él quería dar, o sea, sobras. 
Aunque sabía que él no me amaba de ninguna forma, yo estaba dispuesta a darle lo que había guardado por taaaaantos años y cuando tocamos el tema, el me dijo que no, que no podía hacerlo, que sus principios, que el embarazo, etc, etc, pero si yo quería podíamos “fajar”… ¡Que, queeeeeeé! Ay no, lo que me faltaba, justo cuando creía que ya me iba a tocar… ¡Nada de nada! 

El amor se me acabó con el paso del tiempo y con los malos tratos que el gañán me daba. Pero si no estoy tan gacha, ¿de plano no hay nadie que quiera conmigo y que yo quiera con él?, ya no importa si me quiere o si lo quiero, nomás que nos gustemos lo suficiente, pensaba yo, el consejo de mi hermano se había vuelto una broma para mí. Conocí a tipos que yo les gustaba, pero siempre eran o muy chaparros, o muy gordos, o muy flacos, o con dientes feos, o con mal aliento, o con mucha autoestima, etc, etc. Tal vez era yo la que estaba mal. Tenía que ser perfecto. 
Encontré a otro perfecto que resultó ser igual de imperfecto que el primero y que al final de “nuestra relación” si se puede llamar así, me di cuenta de que no era para mí. Ni mi fruto para él. Ash. También intenté darselo, no crean que no, pero me salió lo diríamos popularmente: enclosetado.

“Ya basta, ahora sí, el próximo fin de semana que salga con mis amigos y amigas, me iré con el primero que me guste y yo a él, ya tengo veintiún años. No quiero morir virgen y con el ritmo de vida que llevo, no creo que pase de los veinticinco. Me he decidido” 

lunes, 25 de mayo de 2009

Cumple

Mi compu me dio el mejor regalo que podia darme: Mato a su disco duro junto con toooooodo el mugrerio que tenia, fotos, trabajos, documentos importantes, ash. 
Tal vez lo que mato al disco duro fueron los duros golpes que mi hijo le propiciaba cuando veia a Pocoyo. Nunca lo sabremos. 

Perdon por la falta de acentuacion, pero es que esta compu no tiene para ponerle, o no se donde demonios esta. 

domingo, 17 de mayo de 2009

Pan

Hoy fui a un curso de pan casero, hicimos el pan, lo comimos con vinito, quesos, frutos secos y aderezos caseros, todos los anteriores, buenísimos. 
Les dejo la receta para que los que gusten del pan, se animen y hagan el pan más rico que jamás han comido (bueno, tal vez exagero, pero si está de rechupete). Además el pan no se amasa! uff.

Ingredientes para una hogaza:

3 tazas de harina 
1/4 cdita. de levadura
1  1/4 cdita. de sal 
1  5/8 tazas de agua
salvado de trigo o más harina para cubrir la masa
1 taza de ingredientes extra como: nueces, pasas, dátiles, tomates secos, aceitunas, ajo, cebolla, hierbas o lo que se les antoje. 

Mezclar todos los ingredientes, integrar los ingredientes secos, después el agua e incorporar todo sin amasar, dejar fermentar unas 12 a 18 horas, doblar la masa cuatro veces sobre sí misma sobre un paño limpio con suficiente harina y salvado de trigo, dejar fermentar por 2 horas, precalentar el horno a 250 grados centígrados, calentar el molde o refractario con tapa (entre más grueso, mejor, estoy hablando del molde) durante media hora, después sacar el molde y meter la masa, tapar el recipiente, reducir la temperatura a 230 C, hornear durante 30 minutos, quitar la tapa dentro del horno y seguir horneando de 15 a 20 min. Voalá! Y a comer! 

En serio es muy fácil, solo tengan paciencia para esperar lo de la fermentada, pero en verdad vale la pena que lo hagan, se ahorrarán mucho dinero y disfrutarán de un pan caserito bien bueno y con la satisfacción de hacerlo tú mismo. Provecho!



lunes, 11 de mayo de 2009

Líneas

El paso de los años va dejando huellas en mi rostro, líneas de expresión que no dejan de expresarse, pienso en que tal vez deba reír menos y quitarme la boba sonrisa que llevo siempre en la cara, tal vez botox, unos piquetitos y listo, no moveré esos músculos faciales en por lo menos seis meses, si cuido mi alimentación, hago ejercicio, no fumo ni bebo; pero si hago todas esas cosas, seguro me veré mas juvenil, así que no necesitaré del botox, no por ahora. 
El paso de los años también ha hecho estragos en mi cuerpo; como si no tuviera suficiente con las que tenía, las caderas se me ensancharon, las tetas ya no tienen aquella redondez, textura, volumen, ni lugar que solían tener antes de amamantar, mi abdomen no volvió a ser el mismo con una barriguita sensual, ahora las miles y miles de estrías no dejan ver lo que era. Y me pregunto, si con uno, quedé así ¿Ahora que viene el segundo? Me convertiré en un adefesio. Ay diosito, no por favor, déjame igual, ¿no? 
Mi querido cónyuge dice que nomás que termine de amamantar a la hijada, me paga la operación pa' dejarme como nueva, otra vez, tetas arriba, pancita sensual, unos cuantos kilos menos, peeling, nalgas, etc. Voy a quedar como mandada hacer... Pero para frankenstein, toda llena de cicatrices e hilos. Ash. Mejor me quedo guanga.
Pero qué me pasa? Si soy una mujer joven, que apenas va entrando a su etapa madura, ¿no? O es que los treintas serán los nuevos veintes? como dice Ángel. 
Todavía me faltan dos para alcanzar a los nuevos veintes, pero el asecho de mi próximo cumpleaños me pone a pensar en lo vieja que me vuelvo cada día. Además, no tenía nada mejor que postear. 

jueves, 7 de mayo de 2009

Influ

Con tanto alboroto del contagiadero de influenza y con tantas compras de pánico (que el cubrebocas, que no, mejor la mascarilla, que no, mejor la mascarilla de alta protección, que el aerosol desinfectante, que los litros y litros de cloro, que los ocho garrafones de agua, que pañales, que las frutas congeladas y abarrotes, etc.) sólo pienso en lo que necesitamos para estar bien en caso de que no nos dejen salir de nuestras casas, de lo que debo hacer para que mi familia esté sana y no les falte nada. Y no les faltó, ya puedo salir tranquila al parque y platicar con otras mamás que estaban igual de paniqueadas que yo. Bueno, pero ya, nomás no quería quedarme sin postear algo de la influenza, digo, pa' estar a la moda, verdá?
Los pobres mueren, los ricos no, será que en nuestro país la salud se puede comprar? Naaaaaaaa, cómo creen!

jueves, 23 de abril de 2009

Indi

Mientras tomo un capucchino y un delicioso postre de maracuya, veo pasar por la calle un vagabundo que se mete al lugar donde estoy, quiere algo de comer, dice. Me sorprende el olor que desprende y me sorprende aún más que mi amiga, como dueña del lugar, no lo note y lo haga esperar por el café. Los clientes del café cuchichean y hacen cara de fuchi. Creo que yo también tengo esa cara mientras está ahí. Mi amiga Camila que tiene una extraña fijación con los vagabundos, le da una rebanada de su mejor pastel y un americano grande con leche para llevar. Se va contento y dándole todo su repertorio de bendiciones. 

Le digo a mi amiga que no los deje pasar, que su lugar se ve afectado cuando esto pasa, pero me alega que son personas muy interesantes, que su vida es muy diferente a la nuestra y no porque vivan en la calle, si no porque tienen el valor para hacerlo. ¿?  Bueno, si quieres darles algo, dáselos, pero rapidito mamacita, porque tu lugar se queda impregnado con el inconfundible aroma a “pasuco” (patas, sudor y col… así decían las maestras de la secu en donde estaba, según ellas a eso olía el salón después del recreo) que dejan como estela a su paso. 

Después de nuestra plática (la de Camila y mía), como que veo a los indigentes con otros ojos, me pongo a pensar en lo que vivirán y en lo que ellos pensarán, de cómo pasaron de ser personas “normales” a ser lo que son ahora. Hay cierto respeto hacía ellos… hasta que los veo masturbándose en la vía pública, ya, eso sí es el colmo, está bien que hagan sus necesidades, pero por favor, a plena luz del día y en los parques donde hay niños, familias completas, personas de la tercera edad, etc., de verdá que así no me dan ganas de respetarlos y lo que quiero es que un policía se los lleve derechito a la cárcel. ¿O será que estoy tan sabrosota que no se pueden resistir a llegar a la tranquilidad de su parque de noche? Ya van tres que me topo y hacen eso, luego los veo por mi casa pidiéndome dinero “pa’ un taco”, tsss. Me pregunto si hay mujeres indigentes que también hagan lo mismo cuando ven pasar a un papá guapo con su hijo. Creo que no y tampoco creo que estén tan locos. 

miércoles, 22 de abril de 2009

El poeta del año

Su ropa despide olor a viejo, como libros empolvados en un librero y que nadie ha leído por lo menos en un centenar de años; cuando me habla puedo darme cuenta de que fumó hace poco, de que no lo ha dejado a pesar de que guarda un infarto en su historial médico. Lee sus poemas en voz alta y me siento triste al escucharlos, todos son depresivos y añoran una vida que jamás regresará, la que vivió sin darse cuenta del modo que nunca quiso. Piensa que tengo suficiente sensibilidad como para ser artista, la única de la familia, dice.
Me gusta estar contigo, que me mandes por tus faros y tu coca, me leas en voz alta, me gusta la boina que siempre usas, que creas que tengo talento y me regales tus pinceles, aunque se que no hay nada extraordinario en mí. Te extraño.