miércoles, 22 de abril de 2009

El poeta del año

Su ropa despide olor a viejo, como libros empolvados en un librero y que nadie ha leído por lo menos en un centenar de años; cuando me habla puedo darme cuenta de que fumó hace poco, de que no lo ha dejado a pesar de que guarda un infarto en su historial médico. Lee sus poemas en voz alta y me siento triste al escucharlos, todos son depresivos y añoran una vida que jamás regresará, la que vivió sin darse cuenta del modo que nunca quiso. Piensa que tengo suficiente sensibilidad como para ser artista, la única de la familia, dice.
Me gusta estar contigo, que me mandes por tus faros y tu coca, me leas en voz alta, me gusta la boina que siempre usas, que creas que tengo talento y me regales tus pinceles, aunque se que no hay nada extraordinario en mí. Te extraño. 

2 comentarios:

Tumeromole dijo...

El olor a libros empolvados me gusta mucho, aunque me hace estornudar demasiado. Qué bonito es tener/extrañar a alguien como la persona que aquí describes.

Saludos.

j. dijo...

lo extraordinario aíi está. radica en esa capacidad de encontrar/sentir el momento exacto y las palabras adecuadas que lo expresen.

leo tu blog y leo momentos exactos, palabras adecuadas... leo sentimientos.


un saludo!