El día que cumplí quince años, además de aconsejarme que me depilara las axilas y las piernas [pues ya parece que tienes pelusita, dijo], mi hermano mayor me dio el que según él creía, era el mejor consejo que podía darme, me dijo que no tuviera sexo con nadie si no estaba segura de que me quería y yo a él. Pero yo sentía deseos de estar con el primero que se me pusiera enfrente y me gustara, pero como decía mi papá, si veía una escoba con pantalón, se me hacía muy guapo, yo recordaba las sabias palabras de mi hermano y me aguantaba las ganas. Peor, que desde niña fui muy precoz y con la hormona tan alborotada, ni dormir podía. Yo que siempre fui buena hermana, tomé aquel consejo como verdad absoluta y presumía con mis amigas y amigos de aquella virginidad impuesta por mí, no por mis padres o la iglesia o nadie, solo yo podría decidir cuando entregaría el preciado fruto al hombre que fuera digno de comerlo. (Ajá.) Pues el hombre merecedor del fruto nomás no llegaba, pasé toda la prepa escuchando las historias que contaban mis amigas y yo, que no tenía nada que contar sólo abría los ojos y me ponía colorada, claro, me daba besitos con el que me gustara, algún agarrón de teta o nalga, pero de ahí no pasaba.
Llegué a la mayoría de edad y nada, ¿pos dónde estaba el hombre que me querría y que yo amaría tanto como para darle todo y con todo? Ni sus luces. Seguí con mi autoproclamada regla hasta la universidad cuando conocí a uno que yo pensé que merecía eso y mucho más, que era perfecto para mí, pero oh, desilusión, él ya tenía una linda chica con la que llevaba toda la prepa de noviazgo, lo bueno era que la linda chica no estaba en la misma escuela que nosotros y yo lo tenía en mi salón, así que todos los días podía hacer mi luchita y chance se lo bajaba a la linda chica. Pero no, él resultó ser de lo más patán y quería ponerle los cuernos a su amada conmigo, “pero nada serio” decía el muy gañán. Yo enamorada hasta las uñas de los pies, aceptaba lo que él quería dar, o sea, sobras.
Aunque sabía que él no me amaba de ninguna forma, yo estaba dispuesta a darle lo que había guardado por taaaaantos años y cuando tocamos el tema, el me dijo que no, que no podía hacerlo, que sus principios, que el embarazo, etc, etc, pero si yo quería podíamos “fajar”… ¡Que, queeeeeeé! Ay no, lo que me faltaba, justo cuando creía que ya me iba a tocar… ¡Nada de nada!
El amor se me acabó con el paso del tiempo y con los malos tratos que el gañán me daba. Pero si no estoy tan gacha, ¿de plano no hay nadie que quiera conmigo y que yo quiera con él?, ya no importa si me quiere o si lo quiero, nomás que nos gustemos lo suficiente, pensaba yo, el consejo de mi hermano se había vuelto una broma para mí. Conocí a tipos que yo les gustaba, pero siempre eran o muy chaparros, o muy gordos, o muy flacos, o con dientes feos, o con mal aliento, o con mucha autoestima, etc, etc. Tal vez era yo la que estaba mal. Tenía que ser perfecto.
Encontré a otro perfecto que resultó ser igual de imperfecto que el primero y que al final de “nuestra relación” si se puede llamar así, me di cuenta de que no era para mí. Ni mi fruto para él. Ash. También intenté darselo, no crean que no, pero me salió lo diríamos popularmente: enclosetado.
“Ya basta, ahora sí, el próximo fin de semana que salga con mis amigos y amigas, me iré con el primero que me guste y yo a él, ya tengo veintiún años. No quiero morir virgen y con el ritmo de vida que llevo, no creo que pase de los veinticinco. Me he decidido”
7 comentarios:
Si mi hermano no leyera tu blog, comentara en tus post, yo pondría algo sincero al respecto, de cualquier forma comento. Buen post, necesito saber el desenlace.
(Ah! y gracias por la info del simi-camión, resulta que haciendo escala en León sale el etn a la mitad así que al mismo precio del simi)
puuufff que loco... esta narración es como la narración/confesión que yo nunca me atreví a hacer en mi blog cuando tenía tu edad
que todo vaya bien.
como no te conocí entonces!
pa enseñarte lo que es el amor...
Anónimo, me haces sonrojar!
pues si aún estas disponible yo si te puedo enseñar algo del único pretexto que tendría para volver a nacer o sea co...
Que genial texto. Me quedé tan picado y siento, como con los libros, que ya tengo que ir a dormir y no quiero para enterarme de lo que vendrá.
Suertudo aquel! :D
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