El paso de los años va dejando huellas en mi rostro, líneas de expresión que no dejan de expresarse, pienso en que tal vez deba reír menos y quitarme la boba sonrisa que llevo siempre en la cara, tal vez botox, unos piquetitos y listo, no moveré esos músculos faciales en por lo menos seis meses, si cuido mi alimentación, hago ejercicio, no fumo ni bebo; pero si hago todas esas cosas, seguro me veré mas juvenil, así que no necesitaré del botox, no por ahora.
El paso de los años también ha hecho estragos en mi cuerpo; como si no tuviera suficiente con las que tenía, las caderas se me ensancharon, las tetas ya no tienen aquella redondez, textura, volumen, ni lugar que solían tener antes de amamantar, mi abdomen no volvió a ser el mismo con una barriguita sensual, ahora las miles y miles de estrías no dejan ver lo que era. Y me pregunto, si con uno, quedé así ¿Ahora que viene el segundo? Me convertiré en un adefesio. Ay diosito, no por favor, déjame igual, ¿no?
Mi querido cónyuge dice que nomás que termine de amamantar a la hijada, me paga la operación pa' dejarme como nueva, otra vez, tetas arriba, pancita sensual, unos cuantos kilos menos, peeling, nalgas, etc. Voy a quedar como mandada hacer... Pero para frankenstein, toda llena de cicatrices e hilos. Ash. Mejor me quedo guanga.
Pero qué me pasa? Si soy una mujer joven, que apenas va entrando a su etapa madura, ¿no? O es que los treintas serán los nuevos veintes? como dice Ángel.
Todavía me faltan dos para alcanzar a los nuevos veintes, pero el asecho de mi próximo cumpleaños me pone a pensar en lo vieja que me vuelvo cada día. Además, no tenía nada mejor que postear.