miércoles, 8 de octubre de 2008

Niña-mujer

Venía caminando del mercado hacia mi casa, con mi hijo en la carreola y contenta por haber encontrado las mejores toronjas del mundo, escuchaba a portishead en mi ipod, todo estaba perfecto, toronjas, música, clima, yo.
Veo a una mujer con un bebé de un año, más o menos, que más bien parecía una niña muy maltratada, por su pequeño cuerpo delgado, mucho muy delgado, la pasé y seguí tarareando, pero justo cuando pasé a su lado ví en su cara una expresión de dolor, seguí caminando, pensando en la cara de la niña, no pude más, me detuve y me quedé mirándola, había dejado de caminar para sobarse el pecho y puso al bebé en el piso, me asusté y pensé que estaba mal, dije, ‘ay, mejor voy, esa niña y su bebé necesitan de mi ayuda’
Regresé la media cuadra que había avanzado y le pregunte ‘¿estás bien?’, ‘no’, me dijo, me duele, y según yo, para ayudarla le dije, ‘a ver, siéntate en esa bardita’ yo te detengo al bebé, estaba agarrando al bebé cuando volteo y la niña-mujer tenía lágrimas en los ojos, ‘¿qué pasó?’ le pregunté, empezó a contarme que estaba buscando el mercado de donde yo venía, y que lo había hecho caminando desde la Terminal de observatorio y que tenía que vender unas arracadas de oro que tenía en la mano, las tenía que vender para poder regresar a su pueblo en Veracruz, porque el muchacho con el que vivía le pegaba todos los días, pero que hoy si estaba enojada, pues le había pegado al bebé y como era un borracho ella lo perdonaba siempre, pero ya no le gustó lo del bebé, así que agarró sus cosas (pañalera, sin pañales, biberón, galletas, arracadas y bebé) mientras el muchacho se quedaba durmiendo y reposando del cansancio que le había ocasionado una tremenda borrachera y los golpes que le tuvo que dar a la niña-mujer cuando llegó a casa.
Me llené de coraje e impotencia y e dije que por qué no lo denunciaba, y me dijo que era menor de edad y que no le hacían caso en el ministerio público, que alguien mayor de edad se tenía que hacer responsable por ella y como no tiene a nadie, pues ya no volvió, entonces le pregunté ‘¿Pues cuantos años tienes?’, ‘14’, dijo. Le pregunté si ya había comido, me dijo que no y el bebé tampoco, le dije que si quería comer.
Fuimos caminando hacia mi casa, pero ella no podía cargar al bebé, pues le dolía el pecho, le dije que lo pusiera en la carreola y yo cargaba al mío, lo hizo ágilmente y yo cargué a mi hijo y llevé la carreola, pues no podía ni empujarla, según dijo, caminamos varias cuadras, como seis y llegamos, le dije que cuidara la carreola y yo abría la puerta, dejé mi bolso abierto cuando saqué las llaves y me dijo que si cerraba mi bolsa, le dije que estaba bien así, entramos a la casa y le dije, primero vamos a cambiar al bebé, que está sucio del pañal, fuimos y yo le cambié el pañal, se notaba que no comía mucha fibra, según me dijo la niña-mujer, desayunó galletas. Le cambié el pantalón también, le puse uno de mi hijo porque el de él estaba mojado, le dije que se lo podía quedar, los llevé a la cocina y le dije que comera primero el bebé, tenía listas unas papillas de frutas y de verduras destinadas para mi hijo, pero se las dí, total, el mío siempre come bien, a ver que le hago ahora, pensé. El bebé se comió todo lo que le dimos muy contento y hasta se dio el lujo de aventar la última cucharada al sillón, me dio gusto, verlo tan feliz.
Ahora vas tú, le dije, puse a los bebés en la sala con los juguetes de mi hijo para que jugaran, mi hijo estaba feliz, pues tiene poco contacto con niños de su edad, había hecho caldo de camarón y almejas, el cual comía rápidamente, me senté frente a ella, mientras platicábamos, se escucho la puerta que se abría, ella abrió los ojos más grandes que he visto hasta hoy, estaba asustada porque llegaba mi marido, le dije que estuviera tranquila, que no había ningún problema, que terminara de comer su caldo, mi esposo se puso nervioso al ver a la tan extraña visita, me dijo que iba a sacar copias (después me enteré que estaban afuera unos compañeros de su trabajo y que esperaban que todo estuviera bien, tenían miedo que nos hicieran algo malo), me incomodó que se fuera, pues lo estaba esperando para comer con él, pero me quedé con la niña-mujer, terminó su comida y me dijo que se tenía que ir, que iría a su pueblo con sus papás, pero que ellos no sabían que tenia un hijo, ‘así que será sorpresa’, dijo.
Me dijo que necesitaba 200 pesos para el pasaje, yo solo tenía 300, le dí los 200 y otros 50 para el tranporte de aquí a la Terminal y para que le comprara algo al niño para el camino, me daba las arracadas en agradecimiento, le dije que no era necesario, la acompañé a la puerta, le di mi número de celular para que cuando llegara, me llamara, la abracé y se fue, cuando entré a mi casa, estaba tan contenta por ayudarla, se sentía feliz, llegó mi esposo, me regañó por traer desconocidos a la casa, comimos y me di cuenta de que había dejado el par de arracadas en la chimenea, donde antes de que ella llegara solía estar mi ipod.

11 comentarios:

la ruta de la sabrosura dijo...

puff ! a ratos pensé que tu cartera había desaparecido !
esas historias son las que verdaderamente nutren el alma, y avivan nuestros recuerdos perdurables !
me gustan tus historias

Milau dijo...

Lo que desapareció fué mi ipod.
Ahora veo las arracadas cada vez que quiero escuchar música.

la ruta de la sabrosura dijo...

jajaja
para qué lo querrá ?
acaso como sonaja pa su chilpayate!?
si en el df es difícil, en veracruz aún más: encontrar un cargador a buen precio y con una batería de suficiente vida!
en fin !
por lo menos, tus oídos seguirán deleitándose !!!

Milau dijo...

Jajajá, creo que mas bien nunca se fue a su pueblo.

Marilú dijo...

Milau...la historia me conmovió.

Tu corazón te ganó y quedó atrapado en la mirada de esa niña-mujer.

El hecho fué arriesgado, gente extraña en tu casa...a veces una actúa impulsivamente.

Hace algunos años dejé entrar a la mía a una señora que venía buscando trabajo (aunque tenía alguien que me ayudaba ya).

Mi marido puso el grito en el cielo porque era una desconocida...pero no me arrepiento.

En su momento actué de corazón y lo que haya sucedido después en mi caso, o lo que pasó en el caso tuyo, es lo de menos (las cosas materiales se vuelven a comprar)...pero volver a encontrar el sentido de humanidad que hemos perdido, eso es lo valioso en tu acto.

¡Saludos!

la ruta de la sabrosura dijo...

queremos más relatos de parques, bebés y cotidiano cool !!!

Marilú dijo...

Por cierto Milau...hoy conté tu relato en una charla de motivación para mujeres en marginación, en una sociedad civil en la que auxilio.

Por la tarde lo volveré a contar con el mismo fin, en otro grupo de mujeres.

El grupo de mujeres estaba muy emocionado, hablamos de tu gesto de generosidad y solidaridad en una jungla de concreto, sin corazón.

Saludos y gracias.

la ruta de la sabrosura dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=RBd0patzMms

Jorge Pedro dijo...

qué excelente post. casi me sacas las lágrimas. y qué final tan fuerte. en esta historia hay más de una moraleja. qué buena eres. besos.

Jorge Pedro dijo...

mira este post, por cierto. se parece al tuyo un poco:
http://guerotix.com/2008-09-23/1013/

Unknown dijo...

Wow!!!!! es un gesto de ternura y humanidad de tu parte, y como dice Jorge, mas de una moraleja, tu con la gran satisfaccion de haber ayudado, y la otra con su nuevo "juguetito".

Slds.

y, es mi primera ves que te leo y creo sere mas frecuente en visitar el blog.