jueves, 9 de octubre de 2008

Sircuin

Llegó a la escuela como un día normal, no le habló a nadie, esperaba a que terminara la horrenda jornada escolar para poder ir a jugar con su hermana menor, que todavía no tenía edad para ir al jardín de niños, por lo que se quedaba en casa con su madre. Pasaban las horas entre recortes de líneas curvas y dibujos de círculos que más bien parecían óvalos mal trazados. Llegó la hora del recreo y siguió sin hablar con nadie, sólo pensaba en jugar con su hermanita, mientras veía como todos los niños jugaban en grupos de tres o más, corrían felices por todo el jardín, unos en los columpios, otros en la resbaladilla, otros comprando dulces en la 'cooperativa', alguno que otro se aventaba piedras y ella, sola, jugando con un árbol, se imaginaba que era un blanco y reluciente Pegaso con grandes alas al que la niña le decía al oído:  Swiftwind o 'Sircuin', (como ella lo entendía a su corta edad), 'llévame lejos', 'llévame a casa'.
Así pasó los siguientes dos años, hasta que su hermana tuvo edad suficiente para poder estar en la misma escuela y las dos podían jugar con Sircuin. 

5 comentarios:

la ruta de la sabrosura dijo...

pegaso suena muy po poof!
pero en versión tropical me es inevitable pensar en un unicornio brillante con fondo azul pintado con aerosol en un plaza cualquiera! o en un "póster" sobre conglomerado de madera de a 100 varitos!
el otro día conocí a un don bien ñor que se ufanaba de su espléndida colección de 1,500 unicornios ! kirsch! kirsch! kirsch! sí, no kitsch!

Milau dijo...

si, verdad, aunque la niña era fan de She-ra, jeje.

la ruta de la sabrosura dijo...

ah yo me acuerdo de esos tiempos !!
yo tenía la colección de los pequeños pony !!! jajajajaja

Jorge Pedro dijo...

yo también tenía ponies :)

Milau dijo...

Ahhh! como hubiera querido tener aunque sea uno, para peinarle su hermoso pelo sintético multicolor.