domingo, 4 de enero de 2009

¿vacaciones?

De mi viaje a mi ciudad de origen me dejó una resaca como de una semana de borrachera o como le decía a mi amigo Do, que era como si cada vez que veía a algún ser querido, este me daba de palazos en cada partecita de mi cuerpo y ahora se recupera poco a poco de la madriza que me pusieron mis seres queridos, a los que me encanta ir a ver.
Pero es que con un bebé todo se complica, primero, el viaje de aquí pa' allá, salimos el lunes a las siete de la mañana, con el hijo bien abrigado pues hacía frío y estaba resfriado, se tomó su leche y se durmió un rato, despertó y ya tenía hambre, paramos en la hermosa ciudad de Querétaro (bueno, en la hermosa carretera) para que el niño desayunara, pues siempre tiene sus horarios de comida muy establecidos, medio come, listo, una hora después, lo poco que desayunó salió de su estómago disparado a gran velocidad, nos detenemos, le cambio la ropa, llora tan fuerte que aturde, el papá grita, pero ayuda como puede y mi cabeza se va, sólo queda el cuerpo que como robot viste al niño.
Seguimos y ya no quiere sentarse en su sillita, pues ya se cansó después de varias horas de camino. Lo dejo sentado conmigo, a pesar de los regaños de su padre que como buen pediatra, recapitula las decenas de veces que ha visto a mamás con bebés muy graves por no sentarlos en el lugar donde deben ir.
Bueno, le digo, maneja con más precaución, verás que nada nos pasa. Sé que piensa en lo irresponsable que soy. Se duerme el bebé, se calma el pediatra y la madre descansa.
Llegamos acalorados y cansados, seis horas de viaje, buscamos a mi cuñada, pues quiere ver al niño, no está. Bueno, nos vamos a buscar a mi cuñado, pues quiere ver al niño, tampoco está. Tsss.
Y yo que ya me quiero ir y llegar, a donde sea, pero llegar. Vamos a casa de mi madre, timbramos y nadie nos abre, ay, no, no puede ser, después de varios minutos se aparece la silueta de mi madre en la puerta, que con una gran sonrisa nos recibe. Comemos en su casa y dejamos nuestras cosas, pues nos dará hospedaje.
El pediatra llama a sus amigos, 'pa ver que plan', salimos a las 6 de la tarde rumbo a la casa de unos buenos amigos, se hace noche, nos quedaremos en su casa.
Por más que intenta, el bebé no puede dormirse, pues extraña la soledad de su habitación y la comodidad de su cuna. Llora, tiene sueño, pero no se quiere dormir en esa casa tan ajena y con nosotros dos a un lado.
Al siguiente día, nos levantamos temprano, pues mi hijo se despierta como a las siete, vamos a casa de mi madre, desayuno, baño, dormir un rato y a las dos tenemos que vernos a comer en un restaurante yucateco con los hermanos del pediatra, estamos un rato con ellos, hay comparaciones entre mi hijo y su primo que es dos días más chico que él. Mi hijo le pone un 'estatequieto' al primo, la mamá lo carga y no le deja jugar más con mi hijo. Nos vamos porque tenemos cita a las seis, cumplimos y salimos como a las siete y media, nos vamos, damos de cenar al bebé y se duerme, sin bañarlo porque está muy enfermo de gripe y tos, pues el cambio de clima le empeoró el resfriadito que traía. Nos dormimos todos a las ocho y media y toda a noche se mueve para un lado y para otro, sé que se siente raro teniéndonos a nosotros ahí. Por fin se duerme un rato, pero ya son las siete de la mañana, me levanto con mi mamá pues quiere que la acompañe por unas cosas para la cena de hoy, ay no, ay no, la cena!, y como todos saben que me gusta cocinar, pues le ayudaré a hacer cena para año nuevo, bueno, y así, y así. Llega la cena con un cansancio terrible aderezada, llega la familia completa, empieza la escandalera, el pediatra hace su mejor esfuerzo por dormir al bebé, lo ha logrado, pero mi abuela muere por verlo... Lo despertamos y cenamos todos, dormimos poco. Empieza el 2009: Desayuno rápido, despedidas y a la carretera... dejamos atrás el calor, el polvo, toda la familia, la reciente narcoviolencia, la tierra que nos vio crecer, que nos hizo lo que somos, volteo atrás y me pregunto si quiero regresar... El pediatra nos ha drogado, no más vómito ni mareos, el niño y yo bien puestos en dramamine dormimos profundo. Aceleró duro pienso, hemos llegado en cuatro horas, tiempo record, pareciera que alejarse le sale mejor. Argumenta: "No había nada de carros". La ciudad luce tranquila, con el sol de la tarde parece un animal perezoso, bien cebado, me gusta.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

que bueno que nadie vomitó de regreso, ay pues ya no regresen.

Anónimo dijo...

Y yo que me quejaba de 12 horas de carretera, no me imagino la mitad con un niño atrás. Pero eso sí, buena mamá eres. Feliz año.

c324r dijo...

Me atoré en la palabra "resaca"

Gripe y tos, no, no, por favor.

la ruta de la sabrosura dijo...

hola, he estado alejada de este mundo, me da gusto leer tus relatos ! eres de aguascalientes !? cool si es así, estuve en la feria el año pasado, pero fastal, llena de cholos, eso sí, el resto de las maravillas, sensacionales.
un abrazo