Ya se que pensarán que soy una cursi, sensiblona, pero no me importa, me gustan los animales y no soporto ver que les hagan daño; he pensado en ser vegetariana muchas veces, pero al final se me atraviesan unos tacos o una hamburguesa y ya, adiós vegetarianismo. Soy tan débil. Ya me desvié de la idea. Maldita cabeza, que no organiza bien mis ideas.
Total, a lo que iba, era que toda mi niñez me la pasé defendiendo cualquier criatura desprotegida que se me ponía enfrente, por ejemplo:
1. La ardilla atropellada que parecía calcomanía y que llevé a mi casa para que la lleváramos al veterinario.
2. Mi perra chicana que encontré cachorrita en la calle toda pulgosa y con sarna. La primera vez que la vi, tenía dos meses de nacida, el color de su pelo era como café con leche, ojos negros que me decían que me querían y así fue, me quiso mucho. Y que pasados los años mi mamá llevó “de paseo” y nunca más volvió.
3. El pájaro que dejé en libertad, pues lo tenía atrapado un pajarero espantoso. Por el cual tuvo que pagar mi mamá.
4. Todos los peces que habían traído para una cena familiar en un día de campo en un lago, los regresé al lago, pues no soporté ver como los destripaban, les cortaban las aletas, las agallas y todavía seguían moviéndose. Y nos quedamos cenando sopa de verduras, jiji. Todos me odiaron, obvio.
5. El conejito bebé que estaba ahogándose en una cubeta con una pelota encima que dejaron ahí mis primitos (sin querer, creo), le di respiración boca a boca y RCP. Lo salvé para que cuando creciera, mi papá se lo comiera asado. Tsss.
6. El gatito que encontré en la calle y que escupía espuma, lo llevé a mi casa y lo bañe, para que se le quitara esa espumita que le salía, jo. Murió a los dos días de rabia.
7. El pollito morado que me compraron en la feria y que aplastó mi tío cuando se sentó en el sillón. A ese no le pude hacer nada, pues se murió luego-luego.
8. A las miles de hormigas que mi primo atrapaba para pelearlas, que según él, había convertido en su propio ejército (ash, esos niños sin amor), un día entré a su casa sin que se diera cuenta y me llevé a todas a un lote baldío para que hicieran su hormiguero, lástima, porque poco tiempo después, mi primo quemó el lote baldío sin saber que su ejército estaba ahí.
9. El pajarito que se cayó de su nido y le di de comer de mi boca, según me dijeron que hiciera, ¡guácatelas! ¿quién me dijo eso?
10. Recientemente, la paloma que tenía las patas atoradas en una bolsa de plástico, intenté agarrarla, pero no se dejó, la gente me veía feo, pues como es posible que una señora ande persiguiendo palomas. Total, ya hay muchas, ni modo.
Y ya no me acuerdo de más, pero como que tengo esa cosa, saber que puedo salvar a alguien (¿cuando es un animal, se dice alguien?) y sentirme bien por haberlo hecho. Bueno, ya, todo esto por que me acordé del pajarito ese que dejé escapar del pajarero, me pregunto donde estará, seguramente muerto, como todos los anteriores.
Pajarito, te hice este dibujito:
2 comentarios:
La neta estás medio fea, pero el maquillaje con suerte puede hacer milagros. Así que atinadísima la foto de tu perfil. Expresa una misión primordial en tu vida.
Mis labios son muy carnosos, pero no te los comparto.
Abur!
Ooorale con la envidia! Pero se ve que no la conoces, pues en persona es muy bonita, ya quisieras!
Saludos Lau!
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