domingo, 12 de abril de 2009

Cabeza, maldita cabeza

Es la una de la mañana, ya estaba dormida pero tuve este sueño que me hace no querer regresar a la cama y descansar como debo. Nada más no puedo cerrar los ojos y quitar esa imagen de mi cabeza, prefiero escribir, tal vez me ayude.
Iba con un amigo de un amigo, ni si quiera era mi amigo, bien parecido, drogado hasta las manitas y apestando a alcohol, con el torso desnudo; no sé porqué, pero yo lo tenía que cuidar, hasta que se le bajara la dosis de LSD que había ingerido. Caminaba con dificultad y yo sabía que tenía que encontrar a alguien en un antro cerca de mi casa para que él lo cuidara, subimos varios pisos para entrar al antro espantoso que más bien se parecía al “Metro” de Aguascalientes, antro al que iba cuando era joven; había una fila de hombres con trajes negros en semicírculo en la entrada, que se ponían así para que la gente no alcanzara a ver que la fiesta estaba bien gacha y entraran de todas formas, porque pagaban el cover de perdida. Daisy estaba ahí, se veía muy bien, muy arreglada y con el pelo planchado, su hermana estaba con ella, pero el antro estaba casi vacío, la saludé y le presenté al que me acompañaba, me fui a buscar a la persona que se haría cargo de él, pero no lo encontré, así que ya nos íbamos cuando le dieron ganas de vomitar, lo acerqué a la ventana para que sacara la cabeza y no llenara el piso de vómito, yo lo sostenía de la espalda y los hombros, alguien me habló por atrás y volteé para ver que querían, el tipo al que yo cuidaba se cayó, se movió no se como que se fue por la ventana, pero cuando iba cayendo dejó de ser el tipo y se convirtió en “M”, mi hijo. Vi como se caía y yo no podía hacer nada por detener su caída, vi como quedaba su cuerpecito volteado contra el piso y la sangre salir de su cabeza. Yo gritaba y lloraba desde la ventana. Alguien gritó que el cerebro se le había salido. Escuché que una mujer me preguntaba cuanto medía yo (para saber antes de que muriera), mientras yo me lanzaba al suelo desde la ventana, quería estar con mi hijo y en las mismas condiciones que él, muerta. Caí en unas sillas, me lastimé pero no morí, me arrastré y recogí su cerebro del suelo, parecía intacto, sólo tenía algunos vidrios y se los quité. Volteaba a ver a mi hijo y veía su cerebro en mis manos. Él paseaba a oci y me vió ensangrentada, se volteó y me movió la cabeza con negación, le dije que todavía se podía salvar, que el cerebro estaba en buen estado, mira, se lo mostré extendiendo mis manos. “M” parecía escuchar, pues aunque no tenía cerebro y su carita estaba llena de sangre, vidrios y moretones, se sentó para que su papá viera que si se podía salvar e hiciera algo. Se me cayó, se me cayó, le dije. En mi sueño sabía que todo había sido mi culpa, que por ser distraída como siempre no lo cuidé como debía. 
Desperté y mi corazón latía fuerte, tenía tanto miedo que no podía respirar bien. Fui a su cuarto para asegurarme de que estuviera bien y que sólo es mi cabeza, que me hace bromas pesadas, él dormía plácido en su cuna y sentí alivio. Pero esa es la imagen que no me puedo quitar de la cabeza, eso veo cuando cierro los ojos y no quiero dormir.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que cabeza en verdad! un sueño nada más, lo bueno es que cuando cuentas un sueño éste no se hace realidad...

Nena dijo...

Ay, que feo sueño!!
Animo lo bueno es que M está bien y siempre lo estará, porque eres una buena mamá y lo cuidas bien.

la ruta de la sabrosura dijo...

tsss ! una citita con el psico no vendría nada mal ! yo sólo iría en casos como estos ! y con un lector de sueños !

Exenio dijo...

¿por qué nunca te comento?

Tumeromole dijo...

Yo por eso el ácido, ni en mis antiguos talleres de química.

Galleta *_* dijo...

=O .. que loco sueño.

saludos

Anónimo dijo...

Úchale, si esa no es una pesadilla, ¿qué lo es? La culpa fue de la carne que cenaste. Siempre es culpa de la carne.

Un abrazo y dale otro a M.