Recuerdo a mi maestro de español, cuando yo estaba en la secundaria y era una puberta con granos en la cara, éste maestro no se cansaba de decirnos a mi y a otros dos compañeros que nosotros estábamos destinados a ser "grandes", en frente de todos en el salón de clases, Pffff! Qué inconciencia la de éste hombre, pues además de que pensaba en los demás compañeros que no serían "grandes", entonces, qué serían ¿Chicos?, pensaba en sus vidas, seguro será barrendero, pensaba cuando veía al más delgado y desprotegido del salón, será pozolera, pensaba al ver a la más gorda del grupo y así, de cada uno, y de los grandes, pensaba, seguro que el será un brillante científico que se volverá loco tratando de encontrar respuesta a la teoría del Big Bang y ella, bueno, ella seguro será la esposa de un importante hombre, jajajá, qué pensamientos los míos y ni qué decir de mí, seguramente sería la primera presidenta de México, o algo así.
No sé si a mis compañeros, pero por lo menos a mí me dejó una huella imborrable en la cabeza, que me hace decirme a mi misma, una y otra vez: "Tienes que ser grande, tienes que ser grande"... Poco a poco, me fui haciendo grande, pero solamente compraba ropa más grande, zapatos más grandes, cosméticos, más grandes. Aún no descubro cual es el destino de esa grandeza de la que proféticamente hablaba el maestro, por ahora me conformo con tratar bien a los demás, qué más da, si no soy la maravillosa persona que el maestro de español imaginó.
1 comentario:
a mí me parece que ayudar hace grandes a las personas. besos.
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